Para quienes vivimos en las zonas semiáridas del norte de México visitar el sur es una experiencia inolvidable, los arboles están por todas partes, la fruta casi se recoge del suelo, el color verde invade la pupila y el calor húmedo junto con la gente de esta región nos hacen sentir como si estuviéramos en otro país, sin embargo para el fotógrafo que por razones de su estancia esta “atrapado” en zonas áridas se ve obligado a desarrollar un sentido de la percepción visual mas agudo, no es fácil caminar durante 30 minutos bajo el sol abrazador del mediodía sin usar sombrero, bloqueador solar y sin tomar suficiente agua para evitar la deshidratación además de mantener la mente clara para encontrar la belleza dentro de este ambiente hostil para la vida, me imagino que algo parecido debe estar ocurriendo en el planeta Marte solo que con un poco mas de calor y menos agua, pero la naturaleza es tan vasta y prolífica que incluso en estos ambientes da vida y nos sorprende con cactáceas que bordean sus fronteras con tremendas espinas puntiagudas que nos advierten de la distancia maxima a la que podemos acercarnos, el desierto es tan hostil y el agua tan escasa que los únicos habitantes son aquellos que se han adaptado a su entorno, siento la necesidad de volver al vocho que también ha hecho su esfuerzo mecánico por traerme a este lugar donde solo se oye el viento y uno que otro eco ininteligible retumbando en este cañón de San Lorenzo, no veo nada que me llame la atención, el camino se hace cada vez mas estrecho y a cada metro que avanzo las rocas en el camino me avisan que tal vez una mula seria el transporte mas apropiado, dejo el vocho “estacionado” cerca de un pozo de agua custodiado por el municipio y emprendo la caminata, hermosos pájaros negros con las puntas de las alas en color azul aparecen de pronto pero son tan inquietos que no dan oportunidad de tomarlos con el 135 mm que tengo montado en mi cámara, el color negro les ayuda a mimetizarse con las sombras de los arbustos donde se paran, solo las avispas y abejorros que comienzan a zumbar a mi alrededor me indican que “algo” bueno debe estar cerca, sigo avanzando y pasando una pequeña elevación encuentro mas cactáceas pero esta vez están coronadas por bonitas flores amarillas, volteo alrededor y no hay mas, el amarillo resalta como anuncio de neón en medio del desierto, no me imagino como “ven” los abejorros pero supongo que ellos perciben lo mismo que yo, tomo la cámara hago los ajustes y comienzo a tomar fotografías de la vida, dicen que el amarillo refleja inteligencia y aquí lo constato, esta cactácea ha sido muy “inteligente” al usar el color amarillo para atraer abejorros y así continuar su ciclo de reproducción, hago mis tomas y vuelvo para evitar quemarme mas con este sol que a pleno medio dia es mas “picoso” de regreso me topo con el hombre que cuida los pozos de agua y me comenta que 2 kilómetros mas adelante encontrare agua y vegetación, un oasis, pienso y recapacito “otro día con mas tiempo volveré”….
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